Radiohead: la más importante banda de rock -¿?- contemporánea?

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No le daremos muchas vueltas: Si, Radiohead es, con muy pocas dudas, la banda más importante contemporánea. Más difícil es contestar la pregunta ¿Es Radiohead una banda de rock? Bueno, eran una banda “pura” de rock hasta que en el 2001 sacaron un album (Kid A) del cual es casi imposible definir su género. Algunos incluso usan exotismos como ‘rock art’, ‘post-rock’, ‘electronic ambiance’, para tratar de conceptualizar un sonido que no tenía precedentes. ¿Qué se puede parir al atraer a un mismo tiempo influencias artísticas tan dispares como DJ Shadow, Penderecki y The Beatles?

Los siguientes tres albums (Amnesiac, Hail to the Thief e In Rainbows), tampoco pueden ser etiquetados con una sola palabra, ni con dos, ni tres. Y este es un dato importante para arbitrariamente calificar a Radiohead como la banda más trascendente del planeta. Sus dos legendarios albums de “rock” de los 90s, The Bends y Ok Computer, aun esperan ser superados. La mayoría de agrupaciones rockeras que dominan la escena contemporánea, han tratado, con poco éxito, de mejorar el sonido profundo, amplio, intenso y sorprendentemente melancólico que Radiohead creó hace más de 12 años.

Pero eso no es suficiente como para colocar en tan alto pedestal a estos 5 irreverentes. Hay otras razones que justifican la idolatría casi religiosa que profesan sus fanáticos, quienes insisten en que Thom Yorke y Jonny Greenwood son respectivamente, el mejor vocalista y el guitarrista más talentoso que aun pisan los escenarios. A esto hay que sumar que Radiohead es, quizás, el único grupo que realmente se ha revelado frente a toda la industria discográfica. Para su álbum más aclamado (Ok Computer) tomaron la inusual decisión de prescindir de un productor, e hicieron el álbum prácticamente solos. A principios del milenio, siendo ya considerados la mejor banda del globo, deciden hacer una gira de pocos conciertos, en lugares pequeños y prohibiendo todo financiamiento corporativo en sus shows, como muestra de apoyo al movimiento antiglobalización.

Su más reciente “actividad subversiva” ha dejado a todo el sistema perplejo. Han lanzado su última producción por Internet y sin la participación de casa disquera alguna, permitiendo que cada quien decida por sí mismo el precio del disco. Es un juego insólito en donde el comprador tiene todo el control, e irónicamente muchísimos fans optan por comprar el disco por encima del precio de mercado, aun cuando lo pueden bajar ‘de manera legal’ casi gratuitamente. Y siendo realista, el sistema no va a cambiar en esa dirección, porque prácticamente ninguna otra agrupación puede imitar esto. Quizás y con muchas interrogantes, se podrían atrever U2 y Coldplay. Dos bandas que aparte de hacer buena música, utilizan su fama para ‘concientizar’ a sus seguidores y hacer lobby sobre los problemas de pobreza y comercio injusto del mundo.

Musicalmente Radiohead está en otro nivel, posiblemente en la humilde y solitaria categoría de “genios”. ¿Hacen falta pruebas? Entre muchas opciones ofrecemos dos: There there, una impresionante fusión percusivo-melódica; y Big boots, de las ‘mejores canciones desechadas’ de la historia. Aquí se aprecia hasta el punto en que la desarrollaron, en una versión cruda (sin masterizar) que sirve de intro ficticio a la película Casino Royale. El lujo de descartar una pieza como esta, solamente lo puede hacer… la mejor banda del planeta.

Uno de los mejores días de mi vida

          best-day-jam-3a.jpg                                                                                                                             Abro lentamente los ojos. Son las 11 de la mañana y he dormido apenas un par horas luego de amanecer fiestando en Utrecht. Al mediodía ya voy caminando con David y Danny hacia la Estación Central, nuestro destino: Amsterdam. En la ciudad donde todo está permitido nos encontramos con el serbio Mladen. Nos pasamos las siguientes horas caminando por todos lados, particularmente en el Red Light Disctrict, claro, no es posible estar en Amsterdam sin darse una vueltecita por esta área de libertinaje controlado, prostitución en vitrinas y pornografía pública. Lo que más llama mi atención es esta escena en la que se encuentra imponente una antigua y majestuosa iglesia, rodeada de casas de prostíbulos por todos lados! Mas gracioso aun es que hay un Coffee Shop con la mejor marihuana del mundo al lado de la iglesia, inocentemente llamado “The Old Church” (La Vieja Iglesia). Es una de estas situaciones que solo en Holanda se pueden ver como “la cosa más normal”.                                                                                                                               Casi al caer la tarde llegamos a una fábrica de cerveza y en un momento nos encontramos sentados en la acera del frente, contemplando el canal y disfrutando de la brisa fresca mientras degustamos unas “suaves” birras con 9% de alcohol. De repente unas melodías llegan a nuestros oídos, una banda callejera, aparentemente francesa, ha empezado a tocar al lado de nosotros. Poco a poco nos vamos dando cuenta que no es una banda cualquiera, el sonido es impecable y a pesar de la casi total indeferencia con que son recibidos por las no mas de 20 personas que estamos tiradas en la acera, los músicos tocan con una entrega como si todo un estadio estuviera ovacionándolos. Nosotros ya hemos dejado de hablar, estamos absortos, completamente dedicados a la contemplación de esta fabulosa interpretación. Los músicos son cinco: un banjo, un chelo, un acordeón, una guitarra y una mujer que parece ser la cantante principal, aunque otros dos tipos también cantan, y la música que hacen es lo que generalmente se le llama “folk”. En un golpe de inspiración Mladen grita “Hey, comprémosle cervezas a los músicos”.                                                                                                                                 A los dos minutos salen Mladen y Danny con cinco vasos de cervezas. La banda se queda muy sorprendida de nuestra generosidad cervecera. Cuando concluyen de tocar y colectar sus moneditas entre los presentes, se nos acercan para agradecernos. Así nos enteramos que no son franceses sino canadienses, y que casi todos son músicos profesionales que vinieron juntos de vacaciones y decidieron tocar en la calle para divertirse un poco, la mujer incluso es una cantante ya con discos grabados, bastante famosa en el área francesa de Canada. Los músicos deciden regalarnos en recompensa un par de canciones extras y empiezan de nuevo a tocar. De la nada llega un tipo con una armónica, un músico que por cierto, el resto de la banda jamás había visto. El caso es que el tipo parece ser la reencarnación de Jimi Hendrix con una armónica, nunca había presenciado algo parecido, solos de un sorprendente virtuosismo, hechos con ese insignificante instrumento. Lo más raro es que el tipo está completamente acoplado con el resto de los músicos, como si hubieran tocado juntos desde siempre. Una energía pegajosa empieza a esparcirse en el ambiente y de repente, llega un señor mayor y se coloca en frente de la banda y empieza a bailar. No sé como describirlo, es la vaina más cómica que he visto en mi vida, este viejo baila como Madonna! Con una coreografía muy compleja, se tira en el piso, da golpes de barriga, todo con una gran maestría y ridiculez al mismo tiempo; aparte de lo increíblemente gracioso, es casi un milagro que una persona de esa edad se pueda mover así. Yo estoy literalmente llorando de la risa, tenemos la sensación de que cualquier cosa puede suceder, parece como si de un momento a otro nos encontrásemos en medio de una película de la que no conocemos el guión.                                                                                                                                                                                 La gente de la calle inicia a detenerse para mirar la curiosa escena, esta inusual combinación de magistrales interpretaciones musicales, y el baile más absurdo y extravagante que uno pueda imaginarse. Todo sucede tan rápido y tan fluido. Mladen en otro ataque de espontaneidad se pone a bailar y una extraña alegría se respira, todos estamos sonriendo, mirándonos unos a otros, como esperando que alguien explique qué esta sucediendo. Después de un buen rato en esto, la banda deja de tocar y se despiden el súper músico de la armónica y el insuperable bailarín (que resulta ser un verdadero loco de remate, con todos los síntomas de que debía haberse escapado de un manicomio). Nos encontramos extasiados y felices de haber pasado un momento tan agradable, pena que se ha acabado. Marlene, la esposa de Mladen que se nos ha unido desde hace un ratito, cuchichea con su marido, y solemnemente se escucha otra sorpresiva recomendación: “Que tal si nos vamos todos a cenar a mi casa”…                                                                                                                                                                                                Luego de caminar un rato llegamos al apartamento de nuestro amigo serbio. Nos sentimos muy acogidos. Los músicos no salen de la sorpresa de tanta generosidad, y así nos vamos acomodando en los muebles, destapamos cervezas, ponemos música, todo fluye. Luego la cena inicia. Degustamos una sopa tai, pasta mediterránea, ensaladas y vino, a la luz de candelabros. Inmediatamente después de esa magnífica cena y de manera espontánea (como todo lo que ha sucedido) la banda empieza a tocar de nuevo, dentro del apartamento y solamente para nosotros. Y ahí estamos, dos grupos de desconocidos compartiendo como si fueran amigos de toda la vida. Por un instante el mundo es perfecto. Una energía colectiva, una conexión imposible de definir nos abraza a todos, es una sensación cálida e intensa. Por un instante todo está bien. No podemos explicarlo, hemos alcanzado un pequeño nirvana, al menos por un momento, vivimos el ideal de la confraternidad. Como todo acto de magia, este también tiene su fin. El hechizo se quiebra a la medianoche cuando nos tenemos que separar, los músicos se van a buscar alojamiento y nosotros volvemos a los espacios mundanos, de nuevo a nuestra inagotable agenda de bares.                                                                                                                                                                                                 Para concluir deseo resaltar mi “instante favorito”. Es cuando la pareja de cantantes (los de la foto), que también son esposos, interpretan la canción ‘Je t’ aime moi non plus’ (la del video, y aprovecho para advertir que no se puede esperar mucho de un video hecho en 1969), por cierto, una de las canciones más sensuales que jamás se hayan grabado. Este  es uno de los mejores performances que he presenciado en toda mi existencia (increíble, en la sala de un apartamento!); lo hicieron con una naturalidad, con una entrega y pasión, a la altura de interpretarse en el Carnegie Hall. Si quieres tener una idea, escucha la música de este video e imagina una interpretación corporal de cada sonido y actitud reflejada en las voces de esa canción, particularmente al final… Nuevamente la vida me muestra que se puede encontrar la felicidad en los momentos más insospechados y al mismo tiempo, en los más sencillos.

Mis Primeras Semanas en Holanda V: Reflexiones y consecuencias del exceso

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La Haya es el centro político de Holanda, una ciudad elegante y organizada. Los hombres visten como uno esperaría encontrárselos en las calles de Milano, muy ‘fashion’, las mujeres llevan una moda contemporánea con cierta nostalgia de los 80 (sobre todo en las botas y los peinados). La gente usa más bicicletas que carros, es sorpréndete ver parqueos enormes solamente de bicicletas, y siempre me pregunto “¿cómo diablos las encuentran?” cuando a veces a mi se me pierde un carro en un parqueo. La cultura de tolerancia holandesa es bastante única, aquí las drogas suaves son legales y las venden en unos sitios llamados Coffee Shops, en donde en Amsterdam hay uno cada dos cuadras. La prostitución es legal, y si enciendes la TV después de media noche, los 10 canales holandeses se la pasan promocionando prostitutas. La realidad es que aquí eso es simplemente normal, incluso es legal beber alcohol desde los 16 años. Y todo parece funcionar (no he visto el primer drogadicto en la calle o siquiera una prostituta en un lugar fuera de la zona roja). Lo que me pregunto es porqué más países no hacen lo mismo (prohibiendo solamente aumentan la demanda)? Creo que sé la respuesta: Hipocresía… Otra cosa impresionante es que una quinta parte del territorio holandés se la han ganado al mar, a base de un complejo sistema de diques y canales. Frecuentemente e incluso antes de vivir acá escucho la frase “Dios hizo el mundo y los holandeses a Holanda”.

Retomando mi diario de viaje, llega la cuarta semana y toco fondo. No se puede parrandear tanto sin tener consecuencias, aunque no me arrepiento de nada como lo demuestra la fotografía de mis amigos músicos, a quienes acompañé en la percusión (con el permiso de su percusionista verdadero), tocando canciones folk en una plaza bohemia de La Haya. Fue la primera vez que toqué “en vivo” y no vine caer en cuenta de eso sino hasta el siguiente día, en un momento filosófico mientras me bañaba. La historia completa de cómo termino tocando la pandereta y el drum en una plaza bohemia es la misma historia que vengo anunciando sobre uno de los mejores días de mi vida, al cual le dedicaré un post para sí solo. El caso es que en esta semana como diríamos en buen dominicano “cogí lucha”, como no estudié nada en el fin de semana me tuve que pasar los primeros días leyendo hasta bien tarde, ya para el miércoles estaba exhausto y la inevitable recaída llegó. Los que me conocen saben que me enfermo cuando estoy cansado, yo me lo estaba esperando o mejor dicho me lo estaba provocando. Así que este fin de semana me declaré en cuarentena, solamente he salido a comprar comida. Ya era el momento de que me sentara tranquilo a escribir y a pensar. Algo curioso es que inicié a tomar unas clases de baile de música latina, si, ya sé que parece que es un absurdo hacer tal cosa, pero todas mis amigas latinas que saben bailar se les cogió con hacer este curso y contra eso no pude luchar!

No sé si estoy viviendo un sueño (en el sentido de un profundo deseo), es más la sensación de estar en el lugar correcto en el momento indicado. Siento que estoy siguiendo el camino que me corresponde y no tengo la menor idea (solo sospechas) de a dónde me va a llevar esta corriente. Lo más interesante y al mismo tiempo desconcertante es que dentro de dos años cuando salga por última vez de la universidad de Barcelona, yo seré otra persona… pero para ese entonces… ¿quién seré?

Mis Primeras Semanas en Holanda IV: Estableciéndome

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En la segunda semana empiezan las primeras clases, todavía todo suave. Asisto a una reunión de Amnesty International, de la cual lo único que saco es comprometerme a apoyar una estudiante brasileña para una campaña de concientización sobre control de armas. Esa semana me uno al Coro de la universidad, una experiencia bastante agradable, sobre todo porque es un coro muy informal, y cada uno canta lo que puede y como pueda. A mitad de semana me encuentro con mi amiga holandesa Rosa, quien fue voluntaria en Ocoa de un proyecto que yo coordinaba con UNICEF, es muy reconfortante encontrarme con ella. De nuevo el mundo es tan pequeño, Rosa ahora trabaja en Oxfam, a una cuadra de mi universidad, precisamente en la ONG para la que yo deseo trabajar.

El viernes salimos para Utrech a una fiesta reggae, la ciudad se me hace escénica y organizada. Nuestro compañero Jasper, curiosamente único holandés entre todos los estudiantes (increíble, minoría en su propio país) nos invita con tanto entusiasmo que vamos todos muy emocionados. La fiesta es chévere (full de rastafaris y un ambiente buena onda) pero bailar más de 3 horas seguidas las misma música, no importa lo buena que sea, jaaarta. Y sí hice un descubrimiento: no me gusta tanto el reggae como pensaba, me gusta el reggae de Bob Marley, que es más único de lo que creía. Salimos de la disco tarde y estamos lejísimos de la Estación, de repente empezamos todos a correr como locos, esto es divertidísimo. Llegamos poco antes de las 5 a mi habitación y me acompañan mi amiga portuguesa Ana y la “tica” Diana. Las pobres viven lejos y a esa hora ya no hay transporte, así que me quedo con ellas hasta las 7 y pico cuando pueden tomar un tram. Cierro los ojos a las 8 y me preparo sin saberlo, para uno de los mejores días de mi vida, y como ya lo he dicho, eso es tema de un post exclusivo.

Para ese momento mis amistades se han diversificado, me junto con personas de otros programas y entro a la tercera semana. Las clases ya son de verdad, tenemos que leer muchísimo, y se empieza a sentir la presión. Creo que es en esta semana cuando transcurre el día de la Reina, en el que se pasean por la ciudad la caballería holandesa y se ven carruajes de oro llevados por tipos con pelucas blancas, surreal. Llega mi cumpleaños y mis adorables amigas Ana y Diana con la ayuda la otra “tica” Laura y de Juan Carlos (los de la foto) me organizan una fiesta en el patio de su edificio, con full comida, bebidas y música. En resumen: uno de los mejores cumpleaños de mi existencia. El coro empieza el día antes en una disco latina, la fiesta en sí es buenísima y el momento cumbre es cuando me cantan cumpleaños como en 10 idiomas: inglés, español, italiano, árabe, albanés, portugués, japonés… De ahí nos vamos a un bar cerca de la playa. A los pocos minutos voy caminando por la arena, la noche, las olas que se acercan, la brisa suave y fresca. De repente llega a mis oídos la inconfundible música de Juan Luis Guerra, es demasiado para mí, me voy corriendo al bar a bailar, en una especie de trance en donde por un instante estoy en mi querida tierra. Esa noche no llego a mi casa, me quedo en la habitación de Diana y junto con Ana nos la pasamos tirándonos las fotos más estúpidas (pero divertidas) que a uno con sueño y un poco de alcohol se le puede ocurrir. Al día siguiente, de regreso a mi casa aprendo la diferencia entre tomar un Tram y un Bus, termino perdido y lejísimo de mi hogar, me toma como hora y media llegar, en una ruta normal de quince minutos. Pero nada, así es que yo aprendo, a palos.

Mis Primeras Semanas en Holanda III: Despegando de la primera semana

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La primera semana transcurre suave, casi no tenemos nada que hacer y nos la pasamos conociendo pubs por las noches y probando todas las marcas de cerveza disponibles. El miércoles tenemos una recepción formal para los estudiantes, en donde para mi gran sorpresa se me acerca el Rector hablándome en español, yo le comento de donde soy y en tono de broma me dice “a que no adivinas dónde aprendí español?”… luego que le menciono España y como 10 países latinoamericanos él mira a mi amiga Elona y le dice “es que para él es muy difícil adivinar”, con su cara sonriente y blanca cabellera despeinada finalmente pronuncia: “Santiago de los Caballeros”, solamente se me ocurre pensar “que mundo tan pequeño”. El Rector nos cuenta como durante 7 años prácticamente vivió entre República Dominicana y Holanda, por allá a principio de los 80. Luego me entero que el mismo Rector es el profesor principal de un curso que tenemos que tomar todos los estudiantes, y todos juntos, curiosa la escena, nunca en mi vida había estado en una clase de 200 estudiantes!

El viernes de esa semana la universidad nos organiza un viaje a un pueblo tradicional en las afueras de Amsterdam. El paseo es interesante, conocemos cómo se hace el famoso queso gouda holandés (cosa que me importa muy poco), vemos el funcionamiento de un auténtico molino de viento, la fabricación de los zancos holandeses (los zapatos esos de madera) entre otras cosas, y luego nos hacen un recorrido en bote por los canales de Amsterdam. En la noche tenemos una fiesta en la que bailo como 5 horas seguidas, cosa rara que no me da un calambre. Es en esta fiesta que hago conciencia de mi extraña condición de “único latino que sabe bailar”, claro, yo pondría que “sabe mas o menos bailar”, pero la realidad es que a mis compatriotas como que no los bailaron de chiquitos. Este es también el día en que me doy cuenta del “valor bonchero” de mi apartamento, después de la fiesta en la universidad vamos a un dinámico pub inglés que queda justo detrás de mi edificio. Aprovechando mi vecindad con la ‘realeza’, una de esas raras tardes soleadas decido correr en los jardines del Palacio Real, así que me doy ese ‘lujo’ de hacer ejercicio entre bellos jardines en una rutina de ensueño.

Durante esos días me voy con algunos amigos a realizar labores de inspección y reconocimiento de la ciudad. Supermercados, tiendas de chucherías, de celulares, y ese tipo de cosas. Finalmente el domingo doy el paso, me voy mapa en mano a la Estación Central, tomando el primer tren que encuentro para Rotterdam. Allí me espera mi tío Guillermo con quien junto a mi tía Consuelo me paso un domingo dominicano, tirado en un mueble, haciendo absolutamente nada, bueno, viendo la Televisión Española que es casi lo mismo, y lo más importante, dándome una jartura de arroz con habichuelas y pollo. Hasta ahí todo va bien. Cuando regreso a La Haya, salgo de la Estación Central por una puerta diferente de la que había entrado, y claro, yo, el maestro de las ubicaciones, comienzo a caminar por donde se me antoja que es la dirección a mi apartamento. Después de 20 minutos llega el inevitable pánico, como era de esperarse ando todo perdido y lo que es peor, me toma como 10 minutos darme cuenta en dónde carajos es que estoy ubicado en el mapa. El caso es que llego a mi habitación como una hora después, no me quejo, total, siempre me pasa. Así concluye, transpirando, mi primera semana.